¿Es bueno aprender de memoria?
Durante mucho tiempo, el aprendizaje memorístico ha estado muy desprestigiado y se ha considerado una pérdida de tiempo. Sin embargo, es indispensable adquirir el automatismo que permite reforzar la memoria.
Cuantas más cosas se aprenden de memoria, más fácil resulta memorizar
Efectivamente, es importante aprender cosas de memoria, siempre y cuando se haga con método e inteligencia. La revolución pedagógica de la década de 1970 puso en entredicho el aprendizaje memorístico, asimilándolo, de forma algo precipitada, a un aprendizaje mecanicista. Pero, hoy en día, los especialistas en psicología cognitiva nos enseñan que la memoria hay que trabajarla y mantenerla y que aprender cosas de memoria contribuye a su desarrollo.
La memoria es, además, un mecanismo de múltiples facetas. Todos tenemos varias memorias: una memoria a corto plazo, una memoria a largo plazo, una memoria visual, una memoria auditiva, léxica (la memoria de las palabras) o semántica (la memoria de las ideas). Cada una de estas memorias tiene su misión y su utilidad.
Ofrecer herramientas al niño para que aprenda mejor
En el aprendizaje memorístico, interviene la memoria semántica. Lo que permite memorizar no es la repetición, sino el modo en que el individuo organiza la información que pretende retener en su cabeza y le da sentido.
Se puede estudiar un texto expresándolo con mímica, retener una lección memorizando su construcción (títulos y subtítulos) o aprender las tablas de multiplicar aplicando estrategias mnemotécnicas como 8 x 9 = (8 x 10) – 8 = 80 -8 = 72, o como recordar que los resultados de la tabla del 5 terminan siempre en 0 o en 5.
Comprender lo que se aprende
Podemos ayudar a nuestro hijo a aprender algo de memoria enseñándole cuáles son las condiciones adecuadas para aprenderlo bien. Tiene que concentrarse, comprender el sentido de lo que aprende y hallar los medios de organizar mentalmente esa información para que le venga a la cabeza en el momento deseado. De hecho, lo que debe hacer es formar imágenes mentales que tengan sentido y que le permitan recuperar rápidamente esa información. Si se trata de una tabla de multiplicar, por ejemplo, hay que hacerle ver que no es necesario recitarla mentalmente de arriba abajo para hallar un resultado.
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