Los libros ayudan a los niños
Desde que nace y a lo largo de la vida, el ser humano ha de hacer frente a las dificultades. Por ello, en lugar de disimular continuamente la realidad a los niños, hay que prepararlos cuanto antes para que adquieran un equilibrio afectivo y puedan superar los conflictos de la manera menos traumática posible. Uno de los medios es el diálogo, y qué mejor forma de empezar una conversación difícil que a través de una historia con la que ellos se puedan identificar.
Los niños se van encontrando ante situaciones difíciles más o menos cotidianas –celos de un nuevo hermano, miedo a la oscuridad, pérdida de un ser querido, incorporación al colegio... – que les producen angustias y ansiedades, y que, aunque aparentemente no trasciendan, pueden desembocar en sentimientos dolorosos o incluso conductas inadecuadas. Van haciendo frente a lo desconocido, a lo difícil, apoyándose en sus vivencias anteriores y en los logros consolidados de confianza y seguridad adquiridos, sobre todo, en el seno familiar. De esta forma, van abriéndose y adaptándose a nuevas situaciones de experimentación y comunicación, adquiriendo así nuevos conocimientos y desarrollando su afectividad.
Enriquecer la experiencia
Para abrirse al mundo es preciso poseer una serie de recursos que los niños no siempre tienen. Su corta experiencia individual no suele ser suficiente, puesto que hay situaciones que los sobrepasan. Han de aprender a conocer sus posibilidades, experimentar alegrías y penas, valorar los efectos de las conductas y los afectos de las personas... Por ello, es importante ofrecerles situaciones que les hagan pensar y a través de las cuales puedan adquirir estrategias y potenciar su sentido crítico. A veces las necesidades y dificultades de los niños se pueden resolver de manera eficaz por medio de los cuentos. Los personajes de las historias les irán aportando experiencias variadas y abundantes que enriquecerán su forma de pensar y que los ayudarán a descargar sus angustias y a vencer sus dificultades. Los cuentos pueden transmitir a los niños consuelo, esperanza y confianza, puesto que en ellos encuentran unas historias que guardan cierto paralelismo con las suyas y unos personajes, con los cuales se suelen identificar, que se enfrentan a dificultades parecidas. Descubrir, de la mano del adulto, cómo las van superando los ayudará a estructurar sus sentimientos y sus pensamientos.
Te necesito cerca
El mero hecho de manipular o leer un cuento, de ver sus imágenes... es atractivo. Pero el “cuento contado” por una persona afectivamente cercana para el niño permitirá un contacto personal muy enriquecedor. Los padres tendrán en los cuentos un gran aliado para favorecer la comunicación y dedicación personalizada. Cuando vayáis a comenzar una narración, tenéis que estar junto al niño, con el cuerpo y con el pensamiento, para darle seguridad. Dejadle que participe, que haga los incisos que quiera para comentar el texto o las ilustraciones. Miradle cuando os hable, de manera que perciba un “te escucho”. Releed los pasajes más significativos y sobre todo fomentad sus comentarios haciéndole preguntas que le ayuden a involucrarse y a reconocer sus propios sentimientos y emociones. Solo cuando pueda reconocerlos podrá expresar sus temores. Vemos cómo es importante el antes, el ahora y el después. El antes, como motivador, como pretexto para introducir el tema. El ahora, por la relación personal e intensa entre padres e hijos, y el después, por cómo el niño queda impregnado por la historia.
Voy a contarte una historia
Al margen de los cuentos tradicionales, sobre cuyas virtudes existen abundantes estudios, existen numerosas narraciones cuya temática tiene muy en cuenta las necesidades actuales y específicas de los niños de hoy. Seguramente, siempre encontraremos alguno que les sirva de apoyo para superar alguna de sus preocupaciones. Un libro es adecuado si coincide con los intereses o necesidades de la persona a la que va dirigido y, por supuesto, si responde a su nivel de comprensión. Vosotros que sois los que mejor conocéis a vuestros hijos, reconoceréis enseguida el cuento más adecuado para ellos. Y en el caso de que caiga en sus manos una historia que no hayáis seleccionado previamente, seguro que sabréis sacarle partido explicándoles las distintas situaciones que se van presentando de manera asequible para ellos, de forma que les hagan reflexionar y susciten un diálogo confiado. La narración es, por tanto, solo el inicio de una comunicación.
¡Este cuento le gusta mucho!
Cuando un niño pide que le cuenten la misma historia una y otra vez, significa que dicha historia responde a alguna de sus necesidades internas. Mientras le siga beneficiando, el niño la seguirá pidiendo. Cuando haya superado la dificultad, o sencillamente haya entrado en otra fase, el propio niño dará muestras de desinterés y preferirá otros relatos diferentes. Hay que permitirles que elijan el cuento que quieren escuchar y, de la misma forma, no insistir si rechazan alguna de las historias.
El valor del diálogo
En las acciones y diálogos de los personajes de los cuentos hay sutilezas que quizás los niños no captan a primera vista. La valoración del mensaje de la historia está muy mediatizada por la madurez y seguridad emocional de cada niño, por la capacidad de identificarse con los personajes, por su sensibilidad, su estado de ánimo, su ambiente familiar... , lo que hace que cada uno extraiga determinadas conclusiones. De ahí que sea tan importante vuestra labor como padres. Con cada una de las historias deberá dar comienzo un diálogo que permita responder poco a poco a los numerosos porqués que los inquietan. El deseo de saber debe ser fomentado para que el niño pueda seguir preguntando y preguntándose. Hay que mantener viva su curiosidad, de manera que puedan surgir nuevos problemas y para que las respuestas permitan al niño avanzar poco a poco en el conocimiento de las cosas, conformando así su sentido crítico. En cualquier caso, el libro sugiere, pero deja libertad al lector para usar su imaginación y su sensibilidad según le interese. En este sentido, el cuento quedará siempre modificado por el niño y,
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